El arbitraje resulta ser un instrumento legítimo para la solución de conflictos al margen del poder judicial como sistema establecido por el Estado, y es fruto de la autonomía de la voluntad de las partes. Ahora bien, se hace necesario examinar si el convenio arbitral pactado por las partes en un documento como forma de resolver sus discrepancias en la ejecución de lo pactado impide que una de ellas o ambas puedan acudir ante los tribunales de justicia para solventar sus desavenencias, y, sobre todo, se hace imprescindible conocer cuál es el papel de tales tribunales a la hora de interpretar en qué medida y con qué extensión pueden cuestionar la aplicabilidad al caso concreto de este convenio arbitral cuando una de las partes acude al Poder Judicial del Estado contra la voluntad de la contraria, que exige la vigencia del pacto arbitral. ¿Puede verse afectado el derecho a la tutela judicial de una parte por la intención de la contraria de que se ejecute la solución arbitral?
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