La articulación política del pluralismo cultural creciente de nuestras sociedades no resulta nada sencilla desde los instrumentos políticos y jurídicos de nuestras democracias constitucionales. En un contexto de revitalización de los conflictos identitarios en una Europa en crisis, cabe hacerse una serie de preguntas acerca de los fundamentos normativos dela democracia en occidente y consecuentemente ¿cómo responder cuando las posiciones de los demás no vienen o no quieren someterse a las reglas del juego? Para responder a esta pregunta descubriremos la relevancia del debate Habermas-Mouffe y una apuesta por un concepto formal, que no sustantivo del consenso que implica un compromiso ético con el diálogo,como mecanismo de desactivación del conflicto.
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