El paisaje agrario riojano ha cambiado su fisonomía en el último medio siglo, aunque no tanto como sus trabajadores. Y bastante menos que los medios que emplean para rentabilizar la tierra. A finales de los 50 teníamos en la región el mismo número de burros que de vehículos y casi tantos caballos y mulos como agricultores. Hoy, por las 160.000 hectáreas cultivadas circulan cerca de 16.000 tractores, unos 4.000 remolques, 2.000 motocultores y cerca de 800 cosechadoras de todo tipo. Hace tiempo que por este nuevo paisaje agrario no circulan otros caballos que los de vapor. Pero alguno queda y a pocos kilómetros de Logroño. José Elías Martínez y Alejandro Nobajas, ambos septuagenarios, siguen trabajando la tierra con caballería y aperos que heredaron de sus padres: arado, mono, grada, rastra, brabán, forcate y un corto etcétera.
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