La apertura en materia de moralidad que apunta el lustro largo que Jorge Bergoglio lleva al frente del Vaticano no resulta del agrado de los cardenales y obispos más reaccionarios. Una reforma en profundidad anunciada en el órgano de gobierno de la Iglesia católica tampoco es vista con buenos ojos por estos tradicionalistas que, con el trasfondo de los miles de casos de pederastia, se han organizado para frenar los cambios que Francisco quiere emprender.
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