La relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha dado un vuelco. Marcada siempre por la desconfianza mutua y una frialdad polar, su desencuentro ya hizo descarrilar las negociaciones hace dos años y la comunicación llegó a ser totalmente inexistente. Sin embargo, ambos parecen haber aparcado la pelea por la hegemonía de la izquierda y asumido, a regañadientes, que se necesitan mutuamente. Con un cambio radical de actitud, tanto en lo político como en lo personal, ambos se han puesto manos a la obra para tratar de dar salida a la crisis territorial, cerrar la renovación de RTVE y poner en marcha el desarrollo de una agenda social. La negociación de los Presupuestos de 2019 será la primera prueba de fuego de su sintonía, mientras se mantienen alerta para escapar del abrazo del oso del otro.
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