Hasta hace pocos años, la estrategia de desarrollo económico y social, en la mayoría de los países, se enmarcaba en tres coordenadas: un sistema de dirección y de administración centralista, un régimen piramidal de democracia representativa y un enfoque sectorial de los problemas. El motor del desarrollo era el gobierno central y el escenario, la nación segmentada en sectores.
Se trataba del modelo de organización social, pública y privada, que sirvió para solucionar problemas en una época caracterizada por la incomunicación y desvertebración física del territorio nacional, la precaria capacitación técnica de los funcionarios, la desinformación y el aislamiento producido por distancias que parecían infranqueables, la descentralización "de facto".
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