Es muy frecuente hoy el uso de metáforas espaciales en las ciencias sociales, y se encuentran muchas referencias en los textos académicos a los conceptos de región, periferia, lugar, así como a las relaciones entre lo local y lo global. Esto debería ser una ocasión para los geógrafos de celebrar el surgimiento de algunos de sus conceptos de interés en casi todas las ciencias sociales. Sin embargo, como anota Massey (1993), hay importantes discrepancias entre el uso de metáforas espaciales por un lado, y un entendimiento de conceptos geográficos de ‘espacio* y lugar* por el otro. Las referencias al ‘espacio* y al ‘lugar’ a menudo no están sometidas a un análisis crítico. Por el contrario, se asume que sus significados son claros y definidos. Al mismo tiempo el ‘espacio’ es frecuentemente representado como un concepto que carece de carácter político y que se define como opuesto al ‘tiempo*, una tendencia que sigue dando preferencia a un análisis histórico frente al geográfico (ver, por ejemplo, en Ladau 1990 y Jameson 1991).En este ensayo - y siempre poniendo énfasis en la importancia de investigaciones de naturaleza multi-disciplinaria - voy a argumentar que el concepto del ‘espacio* es, y siempre ha sido, esencialmente político y saturado de una red compleja de relaciones de poder/saber que se expresan en paisajes materiales y discursivos de dominación y resistencia. En particular, quiero mostrar cómo los tres 'momentos* identificados por Lefebvre (1991) en la producción del espacio nos brindan una importante contribución a las formas bajo las cuales podemos conceptualizar una espacialidad de resistencia. Además propongo explorar el concepto de ‘lugar* y sus tres componentes constitutivos (ubicación, localidad, sentido de lugar), 7desarrollado por Agnew (1987).. Esto nos permite evidenciar cómo un mejor entendimiento de lugar* ubica firmemente la emergencia y las prácticas de movimientos sociales, en tanto que los sitúa dentro de un marco más amplio del re-estructuramiento global del capitalismo. De esta manera se inserta también una sensibilidad espacial al proyecto de ‘etnografía de la modernidad* (Escobar & Pedrosa 1996). Voy a situar este análisis dentro del debate sobre la construcción de la etnicidad en las comunidades negras del Pacífico colombiano y la emergencia de movimientos sociales en esta región, que articulan estos asuntos en nuevas formas de una ‘política cultural*. Los resultados de este ensayo están basados en un trabajo de campo etnográfico realizado en la localidad de Guapi, Departamento de Cauca, y sus alrededores, durante el verano de 1996.
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