Pese a las disputas y rivalidades que han existido históricamente entre España y Portugal, hoy día nuestra pertenencia común a la Unión Europea y la existencia en ambas naciones de políticas democráticas, hacen que la situación sea muy distinta. El antiguo concepto de frontera, que servía para aislar y diferenciar, ha ido cayendo poco a poco en desuso en nuestros dos países y en Europa en general, haciendo que nuestras sociedades dejen de estar encerradas en sí mismas y que se abran a la fecunda hibridación con gentes de otros lugares, que con su presencia testimonian la relatividad de los rasgos que nos separan frente a aquellos, mucho más numerosos, que nos unen. A esas relaciones que desde hace algunos años han comenzado a vincular estrechamente a nuestras sociedades, a las “emigraciones”, a la Europa de los Ciudadanos, dedicamos el presente artículo.
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