Don José Miguel Ponce químico y último director de la fábrica de fosfatos, escribe para recuerdo de sus hijos y descendientes unas MEMORIAS en las que amargamente describe que “al año escaso (de haber ampliado la factoría), por orden de los dos participantes de la sociedad PROQUIBER, Cros y Explosivos Rio Tinto, se decidió apagar los hornos (pirita) y que la fábrica no marcharía más (1968)”, después de más de 38 años de vida.
Esta factoría fue una referencia ocupacional muy importante en los difíciles años 40, pues su plantilla de empleados fijos oscilaba entre 75 y 90 y durante la campaña de venta de superfosfatos o en descargas de trenes (que se hacían a mano), la plantilla llegaba a ser de 180 a 190 entre fijos y eventuales. Y también era una referencia contaminante el olor a azufre que se producía en el pueblo los días nubosos de invierno.
La ponencia abarca el estudio de la fosforita de Logrosan y su descubrimiento, así como la fabricación del ácido sulfúrico en general y en concreto de la antigua fábrica de nuestra población.
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