A pesar de ser Santa Amalia un pueblo eminentemente agrícola, se encuentra dentro del trazado de la Cañada Real Leonesa Occidental, por lo que quedaba obligado por los postulados del Concejo de la Mesta, a facilitar a pastores y vaqueros trashumantes, la utilización de sus pastos, así como de servir de descansadero para sus animales. Estos hombres, venidos desde León, Ávila, Toledo y Valladolid, convivieron con los lugareños, bien en sus casas (algunos alquilaban sus cuadras y cercones), o en chozos, tinados, o cortijos. Esta cercanía, dio lugar a intercambios, no solo culturales, sino que algunos se casaron y se quedaron para siempre en el pueblo.
Trajeron con ellos, dichos, cuentos, bailes y canciones, que aún hoy se recuerdan.
Muestra de ello, es la danza de Las ovejitas, transmitida oralmente de generación en generación, que junto con la Jota de San Antonio, configuran el legado folklórico del que los amalienses se sienten tan orgullosos.
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