Tras la quiebra de la Casa Ducal de Osuna en las últimas décadas del siglo XIX, el Conde de Villapadierna se hizo de un importante patrimonio rural adquiriendo entre otras fincas, la dehesa de Cíjara en Herrera del Duque (Badajoz). De tal manera mandará construir aquí entonces un soberbio palacete a modo de castillo residencial siguiendo en su estética la moda historicista de la época y recordando, en parte, la antigua Casa de la Golosilla que ya desde el siglo XVIII se localizaba en dicha finca. En la actualidad esta última ha desaparecido prácticamente, alzándose cerca el Palacio del Cíjara en esta dehesa siberiana. Resulta, en este sentido, un ejemplo paradigmático diseminado en la amplia Baja Extremadura.
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