Quiero indicar, ya desde un inicio y para no llevar a equivocos a nadie, que la tesis que defenderé en las próximas páginas no es otra que la de afirmar que Llull era franciscano hasta lo más profundo de su médula y que si se ha querido diluir esta realidad es por presentarlo de una manera asumible para las posiciones dominicas, muchas veces dominantes en las posiciones teológicas de la Iglesia Católica. Evidentemente este punto de vista no es incompatible con el hecho, también incuestionable, de que Llull mantiene ciertas opiniones propias, independientes de cualquier escuela y que mantiene, también, puntos en contacto con otras doctrinas cristianas católicas, entre ellas las que defienden los dominicos con las que Llull nunca mantuvo en enfrentamiento directo.
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