La actividad artística puede ser un estímulo para revitalizar las pequeñas localidades de montaña. Estos pueblos ofrecen la tranquilidad y el espacio idóneos para el trabajo y el intercambio de experiencias entre creadores de distintas disciplinas. El éxito de esta combinación ¿arte y naturaleza¿ está contrastado por varios casos en los Estados Unidos y en Europa. En Cataluña, los pioneros han sido un irlandés y los habitantes de Farrera, en el Pallars Sobirà.
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