Ocho etapas exigentes por la Costa de la Muerte. Al filo de ese mar intratable que a tantos se ha tragado, un sendero de doscientos kilómetros hilvana por el litoral gallego la pescadora Malpica con el fin de la tierra, hasta alcanzarlo en Finisterre, faros tan dramáticos como Punta Nariga, Roncudo, Vilán o Touriñán; lomas tapizadas de eucaliptos y pinares que se arriman a los acantilados y arenales solitarios, descomunales, pasmosamente vírgenes como advierten los "Trasnos" -los duendes que merodean por estas trochas-, no se trata de un paseito de coser y cantar, pero si será para el que se atreva a calzarse sus ocho etapas, un soberano espectáculo.
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