El crecimiento de la economía española en los años previos a la crisis se apoyó en unos costes de los factores, trabajo y capital, decrecientes, que llevaron a medidas de productividad también decrecientes. Superada la fase más aguda de la crisis que tuvo lugar de 2009 a 2014, desde 2015 se está recuperando el crecimiento de la actividad y, al contrario de lo ocurrido en los primeros años del periodo, son las exportaciones y las manufacturas las que crecen con más fuerza, se incrementa la productividad y las rentas crecen en términos reales.
Actualmente, las empresas se han desapalancado y tienen capacidad de autogenerar financiación, pero el escenario de costes laborales y del capital en niveles históricamente bajos no se sostendrá mucho tiempo. Las empresas tienen el reto de crecer en un entorno de salarios y tipos de interés reales crecientes, lo que únicamente es posible con mejoras de eficiencia
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