Inversamente proporcional a la facilidad con que se ocupa ilegalmente un inmueble (basta una patada en la puerta), resulta la dificultad para proceder al desalojo de los ocupantes ilegales. Esperada y deseada una reforma para que no se tuviera que acudir a la vía penal que es la última ratio y que, además, tampoco llegaba a solucionar la problemática derivada de la ocupación, ésta acaba de entrar en vigor.
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