Las nuevas tecnologías están trasformando nuestra percepción y relación con la muerte de amigos y seres queridos. Comienzan a abrirse paso diferentes modalidades de perdurar en la memoria de los vivos después de morir. El ejemplo más rupturista lo encontramos en la comercialización de aplicaciones informáticas capaces de resucitar digitalmente la psicología aparente de un fallecido. Una suerte de inmortalidad figurada, aunque solo reconocible como tal por los supervivientes, no por el difunto.
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