Argentina
Sin duda la elocuencia y magnificencia de los primeros párrafos del Manifiesto Liminar nos permiten asumir, como propone Iván Jablonka, que la historia es la literatura contemporánea. El trazo terso de estas palabras invoca una belleza estética en absoluto reñida con su fuerza revolucionaria y su carácter de denuncia. Ha pasado un siglo de esa conmoción, infinitas veces invocada y resignificada a lo largo de los años. Aquí y allá, su prosa nunca dejó de remover consciencias y despertar las voluntades de todos quienes desearan transformar aquél pasado que como un lastre, parecía querer inmovilizarlos. Esa escritura heroica y rebelde no pudo ser arrastrada por las amenazantes aguas del Leteo. Por el contrario, nunca perdieron vigencia. Aun hoy podemos decir que los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Sin embargo, la fuerza de ese llamado a la rebelión parece haber sido asordinado precisamente en el centenario del movimiento. Eso parecedemostrar la mayoría de las conmemoraciones llevadas a cabo. Como una flecha se dispara la pregunta ¿ha perdido vigencia el ideario reformista? Creemos que no, por cierto. Pero pensamos que justamente el revulsivo social que significaron sus propuestas ha sido dejado de lado para encarar rememoraciones que tienen más de acto formal que de acción transformadora. Usando la magnífica ironía de Deodoro Roca al referirse a la decadencia del pensamiento de Lugones, el movimiento de 1918, que fuera un animal indomable ha sido transformado en un león de alfombra, cuya melena es de estambre y sus zarpas de terciopelo…
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