Japón
El pintor Francisco Pacheco (1564-1644) defendió la iconografía del crucificado con cuatro clavos y un supedáneo (suppedaneum) en su carta de 1620 destinada al poeta Rioja. Y así lo pintó en sus propios cuadros.
Moreno apoyó su opinión, basándose en la autoridad del libro "Iesu Christi Crucifixi Stigmata Sacrae Sindoni Impressa" escrito por A. Paleotti y D. Mallonio, al que el propio Pacheco también había aludido en una carta suya del año 1609. El libro incluye una lámina de la crucifixión de los veintiséis mártires japoneses en relación con los discursos sobre la Santa Cruz.
A través de misioneros como el jesuita Frois, se transmitieron a Europa el martirio de los veintiséis mártires de Japón y el modo de su crucifixión. Lipsius y Molanus investigaron la crucifixión de Cristo, por lo que probablemente estas noticias recibieron mucha atención. Scaliger y Grester trataron el pequeño madero puesto en la parte inferior de la cruz japonesa como equivalente del supedáneo. Bellarmino, por su parte, defendió la legitimidad de la iconografía del crucificado sujetado por el supedáneo y con cuatro clavos en 1618.
Los eruditos de España no citan directamente a los mártires japoneses, pero sí refieren a Grester y Mallonio al tratar la iconografía del crucificado. Por otro lado, tendríamos que tener en cuenta el hecho de que Pacheco admite también otra versión, sin supedáneo. No obstante, a través del análisis de los discursos desarrollados en la Europa de la Contrarreforma, podríamos suponer una cierta influencia -fuese directa o indirecta- de los mártires japoneses, que fueron beatificados ya en 1627, en la iconografía de la crucifixión con cuatro clavos y supedáneo, cuyos ejemplos abundan entre pintores españoles como Velázquez, Cano y, sobre todo, Zurbarán.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados