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Mexico's Upstream Business Model

  • Autores: George Baker
  • Localización: Mexican Law Review, ISSN 1870-0578, ISSN-e 2448-5306, Vol. 8, Nº. 1, 2015, págs. 121-136
  • Idioma: inglés
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  • Resumen
    • español

      El autor estima que la Reforma Energética de 2014 representa un planteamiento transicional para otra reforma que tomará una década más para redimensionar la figura de Lázaro Cárdenas y para incorporar los conceptos pertinentes de la nueva legislación en un nuevo marco de la Ley Minera. La próxima reforma abrazará los valores de un mercado abierto, tanto en productos como en el comercio de información sobre el subsuelo. Se ve que la legislación de 2014 contempla un ajuste técnico para crear un espacio restringido para que el capital privado pueda invertir en los procesos de explorar y extraer hidrocarburos, y así revertir la producción declinante de la última década. El Estado seguirá siendo la operadora ficticia. Así, se denomina la operadora que gane una licitación en una ronda “contratista.” Estima que no es el propósito del nuevo marco cambiar la narrativa tradicional, en la cual seguirá girando alrededor de Pemex como la figura icónica de la gestión pública en material petrolera. Se ve que en el contrato contemplado por el nuevo marco, el contratista recibirá compensación bajo un régimen de tarifa (o precio) por pieza energética, a diferencia de la condición de la operadora por los conceptos de la Ley Minera: para él, se establece por el contracto que toda la producción es de su propiedad. El autor identifica conceptos problemáticos como la limitación del contracto a un máximo de 35 años y reserva como propiedad del Estado; ofrece su visión del sector petrolero en una reforma energética de 2026.

    • English

      A fundamental question concerning the upstream business model that is incorporated into the 2014 Energy Reform in Mexico concerns the intended evolution of the energy policy framework in which it appears. The situation of “before,” as alluded to in President Peña’s remarks on March 18, 2015, was one in which Pemex served as the iconic state monopoly, and through which, by virtue of Article 6 of the now-abrogated Petroleum Law of 1958, all contracting was required to take place under restrictive terms that excluded the business model of an oil company. The government is now offering a mineral contract that approximates the business model of a mineral lease as understood diverse jurisdictions, including the U.S. and Mexico. There are important differences, however, ones that represent for the State and the prospective operator and layers of uncertainty and regulatory discretionality. As for the broader benefits for the country that the new involvement of oil companies might bring, there are a priori reasons for concern: the government seeks to sharply restrict the reporting of statistical data on the operations and discoveries of the oil companies, including Pemex. All such data are to be funneled through and managed by a single government agency (CNH), redolent of the way the way that Pemex has traditionally reported data. A decade will be needed to recast the national oil narrative in a way that allows for an evolution of the upstream regime in 2026 in which a mineral lease will be offered to oil companies.


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