En julio y agosto fallecieron dos militantes de la izquierda que, indudablemente, no coincidieron en sus tácticas y estrategias, pero se unieron en algo prioritario: transformar una nación cada vez más injusta.
El primero fue Alfonso Vélez Pliego, quien militó en el Partido Comunista Mexicano (PCM) y otras agrupaciones que buscaban un cambio ordenado y pacífico. Y la segunda fue Ana María Rico Galán, mejor conocida por sus amigos como La Maja, quien fue activista en el Movimiento Revolucionario del Pueblo, el Frente Socialista, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).
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