Se están organizando muchos coloquios, seminarios y conferencias dedicados a 1992. Para el europeo convencido es un motivo de alegría ya que ello supone una movilización muy valiosa del conjunto de los operadores económicos, sociales y políticos. Pero al mismo tiempo, al economista le preocupa la forma, a menudo demasiado parcial, en que se vislumbra este horizonte, ya que se pueden generar tanto malentendidos sobre lo que es prioritario hacer para que la operación sea realmente beneficiosa, como ciertas ilusiones sobre los resultados que se esperan
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