¿Qué sería una huerta o un campo sin flores? ¿A quién no le gustan?, son perfectas para acompañar momentos emotivos, y además las relacionamos con el fruto que está en camino. No obstante, en nuestra cultura –a diferencia de otros países también europeos como Holanda, Inglaterra, etc.– no hay un hábito de comprar flores de forma cotidiana, o de regalarlas a menudo, más bien suelen acompañar eventos trascendentales (bodas, funerales, etc.) o algún que otro aniversario. Y sin embargo, a su manera también son un alimento, la flor alimenta el espíritu, o el alma, y que renunciemos a ellas puede dificultar que una persona campesina pueda dedicarse profesionalmente y de forma ecológica a su cultivo y venta, por eso queremos explicar brevemente la situación actual.
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