La observación del uso de los fraseologismos muestra que algunos tienen, en ciertos contextos, una forma y un significado parcialmente distintos a los que originariamente les corresponden, por lo que deben incluirse, asimismo, en una clase diferente a la que, en principio, se asignan. En la comunicación, se documenta la necesidad de deslindar, por ejemplo, la locución ser como quien tiene un tío en Alcalá ‘no servir para nada’ y el refrán El que tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná; la locución tener narices ‘ser sorprendente o llamativo’ y la fórmula oracional Tiene narices la cosa; la locución verbal tocar el violón ‘no hacer nada’ y la adverbial tocando el violón ‘sin hacer nada’; o la verbal subirse por las paredes ‘enfadarse mucho’ y la adjetiva que se sube por las paredes ‘muy enfadado’. Se comprueba que la asignación a clases distintas se corresponde con variaciones formales y con cambios de significado y de función, de ahí la doble posibilidad de clasificación. Finalmente, se ofrece una fundamentación teórica de los datos analizados y se subraya la necesidad de un registro lexicográfico adecuado, para que el usuario del diccionario sea consciente de las potencialidades de los fraseologismos en el discurso.
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