Lo rural ha recibido cada vez menos atención académica debido a que el hábitat ha dejado de ser una variable delimitadora del estilo de vida; todo ello derivado de la tercerización de las localidades pequeñas, la deslocalización residencial y de las actividades económicas. Sin embargo, son las áreas rurales menos accesibles y con población más envejecida, los que más requieren del emprendimiento juvenil, especialmente el femenino, para su supervivencia. Una creación de nuevos negocios consistentes en nuevas formas de producción y consumo agropecuario inteligente, como también experiencias pujantes como las ecoaldeas, pueblos para el bienestar o la formación, entre otros proyectos vinculados al turismo alternativo.
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