A principios del 2004 surge el colectivo “La Oruga”, una experiencia de educación y recreación popular que se desarrolló fundamentalmente en una plaza del barrio porteño de Balvanera en la capital argentina. En este trabajo me propongo abordar la experiencia de La Oruga entre el 2004 y el 2010, de la cual formé parte, desde una mirada estética. Sostendré que la actividad del colectivo puede concebirse como una ocupación artístico-cultural del espacio público orientada a la creación de nuevas relaciones sociales. En la experiencia de la Oruga se desarrolló una tensión que sus integrantes concebimos como una oposición entre “el arte” -o “lo cultural”- y “la política”. Voy a afirmar que el diálogo entre los intereses barriales y los de la organización se tradujo en formas “negociadas” de acción político-cultural, movilizando productivamente aquella tensión original y evitando una subordinación lineal del arte a la política.
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