Joaquín Navarro Hevia, Jorge Mongil Manso, Iván Ramos Díez, Í. Oleagordía, A. Campano
Desde el siglo XV hasta principios del XX las badlands formadas por los habitantes de Saldaña y alrededores, en los escarpes del páramo palentino, que vierten sobre el río Carrión, eran fuente de graves arrastres, lodos y sedimentos, que comprometían el abastecimiento hídrico, el riego, el uso de los terrenos ribereños, de infraestructuras (carreteras, molinos, lavaderos,…) y provocaban daños en Saldaña y en las localidades aguas abajo. En 1930, el ingeniero de montes José María Ayerbe emprende, con la Confederación Hidrográfica del Duero, la corrección y restauración de más de 9 km2 de estas badlands, convirtiendo, en menos de un siglo, un desierto secular en un bosque. Actualmente, el antiguo suelo inerte de las cárcavas se recubre, en más de un 80%, por un pinar de silvestre que controla los procesos erosivos. Un centenar de diques gavionados han retenido más de 14000 m3 de sedimento y, junto con el pinar, han disminuido la emisión de sedimentos al Carrión en casi tres órdenes de magnitud. La permeabilidad del suelo forestal recuperado es 40 veces superior que la del terreno antes desértico. El capital natural evaluado supone unos 7 millones €, en base al valor del bosque, el control de la erosión, la calidad del agua y el paisaje generado.
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