Mauricio Cortina, Giovanni Liotti
Los instintos sociales (sistemas motivacionales) entre los primates pueden agruparse en cinco categorías importantes: sistemas que regulan las muestras ritualizadas de dominación y sumisión (jerarquías de dominación), sistemas que regulan la búsqueda de cuidado (apego) y conductas de suministro de cuidado, sistemas que regulan las conductas cooperativas hacia miembros de un grupo, y sistemas que regulan las conductas sexuales. Por supuesto, los instintos no sociales también forman parte de nuestra herencia evolutiva. Estos antiguos sistemas “reptiles” evolucionaron para mantener el equilibrio fisiológico, regular las respuestas de lucha-huida-inmovilización, activar las conductas predadoras, explorar el entorno, proteger los límites territoriales y reproducirnos sexualmente.
Si bien existen diferentes formas de cooperación entre los primates, las jerarquías de dominación basadas en la competición son la principal forma de organización social en los primates no humanos y la cooperación se limita a interacciones diádicas o niveles de cooperación a pequeña escala, como ayudar a miembros con lazos genéticos cercanos, o defender los límites territoriales. Ayudar a miembros de un grupo con los que no se tiene parentesco es raro. En comparación, la cooperación altruista en los humanos se dirige tanto a miembros con los que se tiene parentesco como con quien no se tiene. Explicar cómo esta forma de cooperación altruista evolucionó entre nuestros ancestros humanos (homínidos) ha sido uno de los grandes desafíos científicos de nuestros tiempos. Abordamos esta cuestión en dos partes.
En primer lugar, describimos cuatro estrategias evolutivas interrelacionadas que emergieron entre nuestros ancestros homínidos y convergieron en nuestra especie para crear estrategas adaptativas ultracooperativas: cooperación para ayudar a criar a los infantes (crianza cooperativa); la emergencia de vínculos sexuales duraderos; la supresión de individuos dominantes y la emergencia de normas prosociales que apoyaban un ethos igualitario entre los cazadores recolectores nómadas; y una maduración sexual muy retardada y la adolescencia prolongada, llamadas estrategias de cambian el trayecto de vida (life history strategies) y que apoyaron el aprendizaje cultural y la extraordinaria flexibilidad adaptativa de nuestra especie.
En segundo lugar, nos fijamos en las explicaciones genéticas formales de la evolución del altruismo y la cooperación. La explicación clásica del origen del altruismo y la cooperación se basa en la relacionada genética (selección familiar), pero las relaciones genéticas no explican por qué la cooperación hacia los no familiares es tan prevaleciente en los humanos. Nosotros (y otros) pensamos que para que esta forma cooperativa altruista emergiera entre bandas ancestrales de cazadores-recolectores nómadas, las presiones de la selección habrían tenido que operar al nivel de los individuos y de los grupos (una perspectiva de múltiples niveles de la selección). Los grupos con más cooperadores altruistas prevalecen sobre los grupos menos cooperativos. Una forma cultural de selección de múltiples niveles emergió en nuestra especie basada en normas sociales compartidas que respaldan la justicia y la equidad, y sanciones que evitan que los individuos alfa.
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