Los ministros del Alto Tribunal de Justicia vallisoletano se hallaban inmersos en el ambiente sacralizado del Antiguo Régimen, participando de las mismas creencias, muy a menudo cercanas a la superstición, de la mal llamada «religiosidad popular». Empero, como mostramos en este estudio centrado en el XVII, la piedad de la Chancillería se manifestaba de múltiples maneras y tenía otras connotaciones amén de las propiamente religiosas. Sus devociones particulares, su participación en las fiestas religiosas urbanas y en las exequias de sus miembros también eran un escenario idóneo, dado el papel del ceremonial y de lo sacro en aquella sociedad, para fortalecer su imagen y, por ende, la de la Monarquía.
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