La fiesta de los patios de Córdoba demuestra el insigne empeño de los mayores por preservar las tradiciones que vivieron en los escenarios de su niñez. Las fragancias del jazmín y azahar, las flores de los naranjos, los colores vivos, osados y siempre alegres, forman parte del acervo cultural que ha sobrevivido al trascurso del tiempo y las generaciones.
Esa Córdoba milenaria y costumbrista penetra en la intimidad de las casas y en los patios, auténticos vergeles de vegetación y frescor.
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