Las líneas que siguen no son más que una vehemente apreciación personal acerca de las causas del estado de postración que vive actualmente la Universidad Nacional. Cuando uno tiende la mirada sobre el presente cuadro de miseria material y decadencia que muestra la Institución, advierte que por los menos dos cosas, desdichadamente, se han consolidado a plenitud en nuestros quince años de historia: un opulento y pesado aparato burocrático y un manejo politiquero de muchos asuntos importantes -y no importantes, también-.
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