Con el siglo XIX cambia el rumbo de la historia operística. Si la consigna de la Ilustración fue la educación y la naturalidad, la del romanticismo será la libertad, la expresión sentimental, el individualismo subjetivo y la originalidad. Esta nueva perspectiva propiciará el nacimiento de estilos muy diversificados, primero en Italia, después en Francia y Alemania y más tarde en el resto de Europa. Rossini, Bellini y Donizetti serán los primeros en marcar el nuevo camino.
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