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Resumen de Democracias directas o dirigidas

Francisco Sánchez

  • Sin pluralidad, Estado de Derecho y respeto a las minorías, los referéndum en América Latina se convierten en mecanismos para ratificar decisiones adoptadas previamente.

    Ya antes de que Lenín Moreno ganara las elecciones presidenciales de Ecuador el 2 de abril de 2017, los debates giraban en torno a la posibilidad o no de que el futuro presidente quisiera o pudiera distanciarse de la manera de gobernar y entender las relaciones de poder de su antecesor, Rafael Correa. Los más optimistas sostenían que para ello sería necesario recurrir a una nueva Asamblea Constituyente, a pesar de que la anterior refundación se celebró en Montecristi hace solo 10 años, y que dio lugar a la que Correa bautizó como la mejor Constitución, a la que auguró 300 años de duración.

    El adanismo de los nuevos gobiernos no es un fenómeno ecuatoriano. Últimamente se han refundado Venezuela (1999) y Bolivia (2006); y es posible que nos adentremos en una ola de asambleas constituyentes si Andrés Manuel López Obrador gana las elecciones mexicanas y Gustavo Petro las colombianas. Cabe recordar que la Constitución colombiana de 1991 es la primera ­encuadrada en el nuevo constitucionalismo latinoamericano, cuya seña de identidad es el protagonismo de las asambleas constituyentes que surgen y son legitimadas por el voto directo de los ciudadanos. He aquí la primera reflexión: si bien no se ha inventado un mejor sistema para elegir y dar legitimidad que el voto de los ciudadanos, resulta arriesgado refundar un país coincidiendo con la euforia del ganador de las elecciones a la presidencia, más si se toma en cuenta que este tipo de elección genera escenarios polarizados y mayorías ficticias. Para reformar las instituciones -no digamos para diseñar la constitución- hay que pensar en un modelo plural, sustentado en el respaldo de la mayoría de los actores políticos representativos, que están obligados a actuar bajo el supuesto de que, si hoy son gobierno, mañana pueden ser oposición. En caso contrario, pasará lo que le está sucediendo a Correa, a quien el Leviatán que construyó le acabó devorando. En la ilustración del libro de Hobbes, el cuerpo está formado por una serie de personas, pero la cabeza es el soberano y controla todo. Mucho cuidado, porque la cabeza posee todo el poder. Y cuando este se ha utilizado con una lógica autoritaria y concentradora, al salir del gobierno casi siempre se deja de ser cabeza de león para ser cola de ratón en todos los planos ...


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