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Al Sisi renueva su mandato por la fuerza

  • Autores: Ricard González Samaranch
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 32, Nº 183, 2018, págs. 36-41
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Una minoría de los egipcios y la mayor parte de la comunidad internacional creen que solo Abdelfatah al Sisi garantiza la estabilidad.

      A pesar de que demoró el anuncio oficial de su candidatura hasta el último momento, hace tiempo que en Egipto era evidente que la era Al Sisi no sería breve. La reelección del presidente Abdelfatah al Sisi lo confirmó con una victoria abrumadora que le garantiza al menos otros cuatro años de gobierno. La oposición no pudo presentar ningún candidato, ni tan siquiera su franja más moderada. Por tanto, los comicios de finales de marzo constituyeron un mero trámite. Una vez superado sin incidencias, la gran duda sobre el panorama político egipcio es si el mariscal intentará reformar la Constitución para volver al modelo de presidencias vitalicias, siempre con un militar al frente, que rigió entre 1952 y 2011.

      En las semanas previas a las elecciones, la represión se intensificó en distintos ámbitos. En el mediático, hubo una renovada campaña de acoso a los periodistas que se tradujo en el arresto de varios de ellos, así como en la deportación de Bel Trew, la corresponsal del diario británico The Times. En el político, el régimen descabezó uno de los partidos principales de la oposición tolerada, Masr Qawia (Egipto Fuerte), y detuvo a su líder, Abdel Moneim Abdulfutuh, el candidato islamista moderado en las elecciones de 2012. Su detención y la gravedad de la principal acusación en su contra -pertenencia a un grupo terrorista- constituyó una advertencia a los otros líderes de la oposición, pocos días antes de que instaran de forma conjunta a boicotear la contienda electoral.

      Sin embargo, lo que suscitó una mayor sorpresa fue cómo el régimen se desembarazó por la fuerza de todos los políticos que intentaron concurrir a la cita electoral, independientemente de su ideología o estatus. El conservador Ahmed Shafiq, exprimer ministro de Hosni Mubarak, fue deportado de Emiratos Árabes Unidos tan solo unos días después de anunciar su candidatura, y permaneció bajo arresto domiciliario hasta que tiró la toalla. El liberal Anuar Sadat renunció a sus ambiciones presidenciales a causa del arresto de varios de sus seguidores. El progresista Jaled Ali fue condenado en un extraño proceso por haber presuntamente realizado un gesto obsceno en público, lo que le inhabilitaba como aspirante. Ni tan siquiera el exjefe del Estado Mayor, el prestigioso general Sami Anan, se libró de la cárcel por osar desafiar a Al Sisi en las urnas. Su mano derecha, el antiguo zar anticorrupción Hisham Geneina, fue brutalmente agredido al salir de su casa, al más puro estilo mafioso ...


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