Madrid, España
El presente trabajo está dedicado a la cuantificación de los efectos redistributivos, sobre la progresividad, sobre la pobreza y sobre el bienestar que se producirían al sustituir las prestaciones monetarias instrumentadas en el sistema español, por una alternativa neutral en términos de gasto que otorgase una renta básica a todas las personas. La aplicación de una reforma de estas características no es factible por razones técnicas, políticas, y de aceptación ciudadana. Además, puede no ser ni siquiera deseable. El objetivo del trabajo no es plantear una propuesta con el deseo de implantarla, sino ofrecer las cifras de la cuantía factible de renta básica si se volcase todo el sistema de prestaciones en esta única medida, así como los efectos redistributivos y sobre la pobreza que se generarían, y el análisis de los ganadores y perdedores. Son dos los escenarios calculados, uno en el que se sustituye el sistema de prestaciones por una renta básica, y otro en el que se mantienen las pensiones de jubilación, y el resto de prestaciones monetarias se reparten vía renta básica universal (RBU). En el primer caso la RBU ascendería a 295 € mensuales, y 80 € en el segundo escenario. Para calcular los efectos de la aplicación de la RBU en ambos casos se asumen modificaciones neutrales en términos de coste de las prestaciones, y el mantenimiento de la estructura de IRPF. La única cuantía constante en términos agregados en los escenarios comparados será la del gasto total en prestaciones monetarias. La cuantía recaudada por IRPF así como la renta disponible variará en términos agregados en todos los escenarios. A nivel de microdato, todas las cuantías se verán modificadas: prestaciones monetarias percibidas, IRPF pagado y renta disponible. Las simulaciones se llevan a cabo utilizando EUROMOD, así como programación ad hoc.
La comparación de los escenarios permite concluir que el pago de la RBU genera prácticamente el mismo efecto redistributivo global que las prestaciones existentes (aunque ligeramente menor), ya se mantengan o se eliminen las pensiones de jubilación. Aunque el pago de la RBU no generaría coste por la vía del pago de prestaciones, la aplicación de la RBU subsumiendo las pensiones conduciría a una pérdida recaudatoria del 3,5 % del IRPF y a un incremento de 1,8 % si se mantuvieran las pensiones de jubilación. Ello tendría su repercusión en la renta disponible, que crecería 0,51 % y descendería 0,26 % en cada uno de los casos.
La reducción de la pobreza ya se tenga en cuenta solamente la percepción de prestaciones, o la aplicación completa de prestaciones e impuesto sobre la renta, es mayor con el sistema vigente que al sustituir por una RBU, pero esto ocurre en términos de incidencia, ya que tanto la intensidad de la pobreza como la desigualdad entre los pobres se reduce más con la aplicación de una RBU cuando se eliminan las pensiones de jubilación. El mantenimiento de las pensiones con una RBU de menor cuantía conduce en general a peores resultados en términos de reducción de la pobreza en cualquiera de sus dimensiones que el sistema vigente.
Aunque los resultados en términos globales no ofrecen cambios significativos ni en términos de redistribución ni de pobreza, el análisis de ganadores y perdedores revela cambios radicales con la aplicación de cualquiera de los escenarios de RBU. Cuando todas las prestaciones monetarias se convierten en RBU, los grandes perdedores son todos aquellos que perciben una prestación específica ligada a su condición de necesidad: jubilados, discapacitados, supervivientes y parados. Además, el análisis de ganadores y perdedores revela una distribución de perdedores que se concentra en los tramos de renta intermedios, y una cuantía media de pérdida que supone cifras medias muy grandes para un colectivo y ganancias medias de menor cuantía, pero para muchos más. En términos individuales (no de familias), la aplicación de la RBU sustituyendo todas las prestaciones monetarias daría lugar al triple de ganadores que de perdedores, pero la pérdida media es el triple de la ganancia media. Si se mantuvieran las pensiones de jubilación hay cuatro veces el número de ganadores respecto de perdedores, pero a costa de una pérdida media que es cuatro veces la ganancia media.
El análisis de bienestar revela que la aplicación de la RBU puede elevar el bienestar global por encima de lo que lo hace la aplicación del sistema tax-benefit vigente en 2015, pero si se analiza el bienestar por subgrupos, los colectivos que dejan de percibir prestaciones aparecen como los grandes perdedores.
La aplicación de cualquiera de los escenarios de RBU analizados generaría cambios en la distribución muy grandes, no ya por las diferencias en la forma de la distribución resultante en conjunto o por el valor de los índices de desigualdad obtenidos en los distintos escenarios, sino por el cambio en la renta disponible individualizado con respecto a la situación de partida. Aunque el principio de anonimato debe tenerse en cuenta en cualquier análisis de distribución y bienestar, no puede obviarse que las características distintas a la renta que hacen mostrar mayor o menor necesidad entre la población, dejarían de tenerse en cuenta al diseñar una RBU como las que aquí se han analizado que sustituye al sistema de prestaciones monetarias, generando cambios radicales en determinados colectivos, que son clasificados como merecedores de renta adicional por características distintas a la renta.
Incluso si los resultados avalan una mejora en distintas dimensiones en términos globales por la aplicación de una RBU, consideramos que existiría una oposición importante por parte de los colectivos perdedores, que además son considerados por el sistema vigente como merecedores de un trato favorable en virtud de circunstancias ligadas a la pérdida de la capacidad de obtención de rentas como puedan ser la vejez, la discapacidad, el desempleo o el fallecimiento del sustentador principal.
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