Los agujeros negros supermasivos más antiguos que se conocen ya poblaban el cosmos unos cientos de millones de años después de la gran explosión. Sin embargo, las teorías al uso predicen que un objeto tan masivo habría necesitado mucho más tiempo para formarse.
En los últimos años, varios trabajos han propuesto un nuevo mecanismo para explicar la formación de los primeros agujeros negros. En vez de nacer a partir de la muerte de estrellas masivas, se habrían generado a partir del colapso directo de grandes nubes de gas.
En caso de existir, los agujeros negros formados por colapso directo deberían poder observarse con el telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para 2019. El hallazgo ayudaría a entender mucho mejor la física de estos enigmáticos astros.
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