La participación de los cristianos en la política suscita reservas en algunos ambientes. Naturalmente nadie puede negar el derecho de cualquier ciudadano a participar en la vida política, tanto en un sentido amplio como las elecciones cuanto en la línea más restringida de la militancia en partidos y asociaciones políticas. En una sociedad democrática y laica no se puede negar a ningún ciudadano las libertades y derechos que concede la Constitución, entre ellas la de una plena participación en la vida política al margen de su religión y de cualquier otro factor ideológico. Y, sin embargo, es innegable que el tema de la participación de personas cristianas en política suscita recelos. Su cualificación de cristianos añade a la ciudadanía unos matices que generan desconfianza, cuando no un claro rechazo. Juan A. Estrada profundiza en la cuestión, desde el horizonte de que la fe es una fuente fundamental de inspiración y compromiso en el mundo.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados