El desarrollo tecnológico de las últimas décadas nos ha permitido disponer de ordenadores cada vez más complejos y veloces. Sin embargo, ese aumento de potencia ha incrementado la energía necesaria para alimentar los dispositivos.
Un resultado de 1961, conocido como «principio de Landauer», establece que el funcionamiento de todo dispositivo lógico irreversible lleva asociado un consumo de energía que no puede ser inferior a cierta cantidad límite.
Un experimento reciente ha demostrado que dicho principio es falso. Aunque los prototipos usados no pueden sustituir a los microprocesadores actuales, el resultado abre la puerta a la fabricación de ordenadores mucho más eficientes.
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