En este artículo planteamos el modelo de periodista de televisión que plantea Pedro Almodóvar en su filmografía y especialmente en Kika (1993). El comienzo de Kika no puede ser más esclarecedor. El espectador se convierte en un voyeur. Se trata en seguida de un reconocimiento de que lo que vamos a contemplar tiene que ver con una mirada contaminada o perversa. No obstante, las cosas cambian rápidamente porque el mirón es –Ramón (Álex Casanova)– uno de los dos protagonistas masculinos. Más aún, enseguida com probamos que éste mirón es un fotógrafo de lencería femenina. La escopofila que padece no será más nociva, en todo caso, que para él mismo, mientras que las otras miradas serán las que tengan una carga negativa. Curiosamente, y tal y como suele ser habitual en el director manchego, recurre a procesos de intertextualidad para configurar a los personajes. Uno será La ventana indiscreta (1954) de Alfred Hitchcock, otro El fotógrafo del pánico (1960) de Michel Powell, mientras que para la perversa Andrea Caracortada (Victoria Abril) no encontrará un referente tan claro y lo tendrá que construir desde el principio hasta el final.
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