Trevor Goward, autodidacta sin titulación en ciencias, ha contribuido a volver del revés el campo de la liquenología y quizá de la biología entera gracias a su atenta observación de la naturaleza.
De sus ideas, elogiadas por algunos y desdeñadas por otros, se desprende que la biología, y la ciencia en general, podrían estar apartándose demasiado del mundo natural, que los disidentes pueden ser brillantes y que las formas de vida más perdurables podrían ser las redes, no los individuos.
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