La función biológica de las proteínas no puede desligarse de su flexibilidad y constantes movimientos. Sin embargo, estos se desarrollan en escalas demasiado pequeñas y rápidas para verlos con un microscopio ordinario. Gracias a pulsos láser de rayos X que apenas duran milésimas de billonésima de segundo, se han creado «películas moleculares» capaces de revelar los cambios que experimentan las proteínas al interaccionar. La técnica, conocida como cristalografía en serie a escala de femtosegundos, está permitiendo entender procesos antes insondables, como los mecanismos de la fotosíntesis o la manera en que los fármacos se acoplan a sus dianas proteicas.
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