La ciencia ilustrada en su vertiente colonial se obsesionó en tomar las medidas del territorio y en objetivar sus observaciones científicas, usando un arsenal cada vez mayor de instrumentos científicos, lo que en el caso español se tradujo en el envío de innumerables expediciones marítimas y terrestres encargadas de esta difícil misión, en la que ya estaban embarcadas otras potencias como Inglaterra y Francia. De hecho, algunas de las primeras experiencias en este sentido se hicieron de la mano de los científicos franceses, casi siempre por encargo de la Académie des Sciences de Paris, una institución de prestigio con experiencia en el uso de instrumentos científicos. En el cambio de siglo, Alexander von Humboldt siguió obsesionado por el uso de sus instrumentos científicos en el estudio de la Naturaleza, aunque se planteaba otras cuestiones más generales sobre el equilibrio natural y las relaciones globales que unían a los seres organizados con la naturaleza inanimada, guiado por un empirismo razonado característico de la ciencia humboldtiana, determinada por la medición y la sensibilidad subjetiva, en un momento clave del paso de la Ilustración al Romanticismo
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