A principios de agosto celebrará en Bata el 20 aniversario del golpe de Estado contra su tío, acontecimiento que lo aupó a un poder que ha hecho casi absoluto y que dicen quiere perpetuar en su hijo Teodorín. Peleado por los derechos humanos con la antigua metrópoli española, ha propiciado el deslizamiento ecuatoguineano hacia la órbita francesa. Ahora, favorecido por los descubrimientos petrolíferos en sus costas hace tres años, sueña con hacer de su empobrecido país el nuevo Kuwait africano
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