La percepción de la imagen de don Juan en Flandes fue variando a lo largo de los tres años de gobierno (1656-1659). La brillante victoria obtenida en Valenciennes con la consiguiente instrumentalización política de don Juan (en forma de mercedes y su difusión en cuadros y grabados) resaltaron la buena relación existente entre el hijo de Felipe IV y los flamencos. Sin embargo, las derrotas militares en las campaña de 1657 y 1658 cambiaron la situación, llegándose a actos de desobediencia por villas como Amberes y Gante. Además, en el intento por salvar los estados flamencos y en la exaltación de su gobierno y persona, don Juan cometió una serie de actos que acabaron causando desconfianza en el Rey y sus ministros de las cortes de Madrid y Bruselas. Sin embargo, en esta delicada situación estableció lazos personales y fidelidades que, posteriormente, fueron recompensados.
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