En 1825 el nuevo gobernador de las Islas Filipinas, Mariano Ricafort, hacía su entrada en la ciudad de Manila. Ese acto constituía una fiesta política que, como todas las efectuadas en el periclitado imperio español, perseguía asegurar la lealtad de los súbditos a la monarquía. Salvo en pequeños detalles, el ceremo- nial seguido por el nuevo vicario real fue prácticamente idéntico al efectuado por sus antecesores
In 1825 the new governor of the Philippines, Mariano Ricafort, made his entrance in the city of Manila. It was a political celebration, like all the others in the diminishing Spanish empire, seeking to assure the subjects’ loyalty to the monarchy. Except in small details, the ceremony carried out by the new Royal representative was practically identical to those carried out by his predecessors.
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