El autor considera que el trabajo grupal en los tratamientos aplicados a enfermos mentales severamente trastornados, se practica escasamente, confiando el éxito de los tratamientos exclusivamente a la acción de la medicación antipsicótica y antidepresiva. Sin embargo, tanto los pacientes como sus familiares, otros profesionales psiquiatras, médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, educadores, etc, defensores de los intereses de los pacientes -respetar los derechos humanos, entender su enfermedad, afrontarla con posibilidades de éxito, trabajar en equipos interdisciplinares para asegurar la calidad del tratamiento y luchar en contra de la marginación del paciente a través de su acompañamiento hasta el centro de la vida social para lograr su curación- piensan que éstos son atendidos de forma insuficiente. Por ello, se atreve a relatar todo lo que hizo junto a su equipo para que pacientes gravemente enfermos y marginados se recuperaran, utilizando para ello la combinación de la terapia biológica y la psicoterapia grupal, así como una profunda implicación rofesional y personal.
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