Un romano con gafas o con reloj en su muñeca, un cristal que se rompe y a la siguiente escena aparece intacto, países que no existen en el momento en que transcurre la acción, antenas de televisión en películas de la época de Jesucristo o un superhéroe que se carga a decenas de malvados sin recargar su pistola, de seis balas. Éstas son algunas de las más comunes pifias, anacronismos y errores de continuidad del cine. Es, en definitiva, el lado más divertido de esta fábrica de sueños.
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