El verano en las islas españolas no siempre es sinónimo de bullicio playero, avalancha de turistas y exhibicionismo de famosos. Existen pequeños hoteles, en lugares recónditos, en los que la tranquilidad de la clientela es la premisa fundamental de sus propietarios. En algunos de ellos la estancia es tan confortable y tranquila que el huésped llega a olvidar que se encuentra en uno de los grandes focos del turismo mundial.
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