En lo que a comunicación y márketing se refiere, hace ya tiempo que vivimos instalados en una época en constante cambio, donde todo f luye. Actualmente, el concepto de “modernidad líquida” acuñado por el filósofo Zygmunt Bauman en su obra del mismo nombre, en una posible versión enfocada al mundo del márketing y la comunicación, cobra más sentido que nunca. Prestemos atención: al leer estas líneas habrán pasado un puñado de segundos, poco menos de sesenta, aproximadamente. Bien. En ese lapso de tiempo, se han subido a Internet más de 41.000 fotos en Instagram y 120 horas en video vía YouTube, y se estima que se han enviado más de 8.796 fotomensajes que desaparecen al cabo de unos segundos en la app de mensajería mobile Snapchat. La capacidad de consumir contenido del usuario es superada con creces por los mensajes que empresas, instituciones y marcas lanzan a diario en la red. Según la plataforma de gestión de márketing online y contenidos Percolate, un usuario medio recibe hoy más de cinco mil impactos diarios, cuando en 1970 tan “solo” habría recibido unos quinientos al día. Siendo directos: estamos sobresaturados de señales y, lo que es más importante, mensajes a los que apenas mostramos interés. El tiempo de atención se ha convertido en moneda de cambio, y lleva tiempo siendo un factor medible en la gestión
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