A la primera mujer presidenta en África le ha sucedido el primer exfutbolista jefe de Estado del mundo. Los 12 años de paz del gobierno de Ellen Johnson-Sirleaf permitirán a George Weah la reconstrucción que Liberia aún necesita.
Los liberianos vivieron el 22 de enero la primera transición de poder pacífica y democrática en más de 70 años. Todo un símbolo cuando hace apenas 15 años salían de 14 años de guerra civil. Liberia fue el primer país africano en tener una mujer al frente de la presidencia, Ellen Johnson-Sirleaf. Ella ha dado el relevo a George Weah, primer exfutbolista jefe de Estado en el mundo.
Se temía algún brote de violencia durante la campaña electoral o en los comicios, pero los liberianos dieron muestras de madurez democrática. Acudieron de forma masiva, el 10 de octubre de 2017, a la primera vuelta de las elecciones con 20 candidatos para suceder a la incombustible presidenta que, a sus 79 años, no podía presentarse de nuevo por imperativo constitucional.
No hubo sorpresas en las primeras elecciones organizadas de forma autónoma por las instituciones de Liberia desde el fin de la guerra. A la segunda vuelta pasaron los dos favoritos: el vicepresidente Joseph Boakai, del gubernamental Partido de la Unidad (UP), y Weah, de la opositora Coalición por el Cambio Democrático (CDC). Los liberianos volvieron a las urnas el 26 de diciembre y Weah fue el claro ganador. Se trató de un voto por el cambio frente a la continuidad que para muchos representaba Boakai. Los observadores internacionales calificaron las elecciones de aceptables, a pesar de algunas anomalías.
El 22 de enero de 2018 acabó la era Johnson-Sirleaf, quien siempre había sido parte de la clase dirigente. Con Weah llega al poder un hombre del pueblo, de origen indígena, por segunda vez en la historia de este país, fundado por los américo-liberianos, negros liberados de la esclavitud en Estados Unidos que coparon la élite política, social y económica. El nuevo presidente, criado en un barrio chabolista de la capital, Monrovia, se ha hecho a sí mismo a golpe de balón.
El legado de la paz Johnson-Sirleaf llegaba a la presidencia en enero de 2006 avalada por su experiencia política y profesional. Estudió Economía en la Universidad de Harvard, fue ministra de Finanzas en el gobierno derrocado en el golpe de Estado de 1980, sufrió cárcel y exilio y trabajó para el Banco Mundial y la ONU.
Se encontró un país devastado, en bancarrota y traumatizado; un Estado fallido, después de dos guerras civiles. �La economía había colapsado, todas las infraestructuras estaban destruidas, las instituciones no funcionaban, la gente no tenía esperanza. Era doloroso�, comentaba la presidenta, en 2016, en una entrevista para Televisión Española. Ha conseguido mantener la paz y la estabilidad. �Su presencia en estos años ha tenido un carácter unificador. Es una líder muy razonable, pragmática y efectiva�, asegura Farid Zarif, representante especial del secretario general de la ONU para Liberia.
El precario sistema sanitario de Liberia colapsó durante la crisis del ébola, cuando solo había 50 médicos para toda la población Mujer maltratada y divorciada, llegó al poder aupada por las mujeres, fundamentales para poner fin al conflicto civil, forzando a los señores de la guerra a sentarse a la mesa de negociaciones y firmar la paz en 2003. La lucha de las mujeres en Liberia fue reconocida con el premio Nobel de la Paz en 2011 a Johnson-Sirleaf y a la líder del Movimiento por la Paz, Leymah Gbowee.
Pero el legado de la primera mujer presidenta en África está lleno de claroscuros. No ha luchado con firmeza contra la endémica corrupción que calificó de cáncer en su discurso de inauguración. Ha hecho gala de nepotismo, colocando en altos puestos a una veintena de familiares, incluidos tres hijos. El artista alemán Manfred Zbrzezny lleva más de una década en Liberia y reconoce que �es difícil encontrar gente que pueda gestionar bien. La corrupción va de la cabeza a los pies�.
Liberia es uno de los países más corruptos y pobres del mundo. El desempleo es masivo, sobre todo entre los jóvenes. Un 64% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. El PIB ha aumentado desde el final de la guerra en un 248%, pasando de 604 a 2.101 millones de dólares, pero la mala gestión ha provocado déficit presupuestario e inflación. La crisis del ébola en 2014-15 y la caída de los precios de las materias primas asestaron un fuerte golpe al crecimiento económico. En 2016, hubo incluso un decrecimiento del PIB del -1,6%. Para este año se espera un crecimiento del 3,9% y para 2019, un 5%, pero por debajo de los niveles anteriores al ébola ...
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